Pestañas

viernes, 30 de diciembre de 2011

Capítulo 1: Reinicio.

Llevaban días sin verse, no tantos como expresaban, pero para ellas eran una eternidad. Se desenvolvieron hablando como hace mucho, problemas, bromas, risas, imaginaciones, ideas y debates, de todo un poco el tiempo avanzó. Un par frapuccinos más tarde acompañados de unos deliciosos Muffins de chocolate, zanahoria y moras, hasta cuando el sol ya estaba oculto y ya era casi la hora de marcharse, lo cual ninguna quería hacer.

—Unos minutos más, después de todo te vamos a dejar o acompañamos a tu casa, no creo que sea problema —sugirió la chica de ojos grises con una sonrisa después de un pequeño puchero al ver la hora.

—Si, apoyo eso, no quiero que nos marchemos aún —secundó Payton mirando de forma en que los ojos le brillaban a la más pequeña del grupo en edad, mas no en madurez.

—Está bien —sonrió divertida y convencida la joven Redbird, qué serían 5 minutos más después de todo.

En esos instantes un corte de luz ocasionó desordenes y gritos en el lugar, vidrios estallaban fuertemente, junto con otros caos que provenían por culpa de un individuo dentro local que empujaba muebles en la oscuridad.

Las tres chicas se mantenían unidas por sus brazos calmándose entre ellas.
Cerca de ellas sin pasar mucho rato pudieron escuchar un tipo que asaltaba la caja registradora del lugar. Más acostumbradas a la oscuridad, una de las chicas, Payton, la que sabía luchar, se acercó tratando de evitar la situación con una patada.

—Creo que no, cariño, mejor que no te hagas la heroína —amenazó sujetando su pierna y apuntándola con su pistola, el miedo la congeló parcialmente en medio de los recuerdos que le venían de su infancia.

—¡Déjala! —chilló la joven Redbird, no muy lejos de ahí junto a su amiga.

El asaltante enfocó su mirada en las otras chicas, la luz se prendió al poco rato y al poder deslumbrarlas bien, silbó, haciendo que con pocos segundos de desfase llegaran dos compañeros que sujetaron a las damas de las muñecas.

—¡Suéltenme! —forcejeó Cheryl al igual que Greis a su lado.

—Con esto está bien para pagar las deudas y un poco más, junto con salir —mencionó el que parecía ser él manda más ignorando las peticiones de las chicas.

Tenían miedo, estaban armados y de entre todos las tomaron a ellas de rehenes. Si tan solo no se hubieran quedado más rato por petición suya, pensaba la joven Wright. O quizás si no los hubiera enfrentado, pensaba la joven Roberts. Como también actuar y no sólo hablar, pensaba la joven Redbird. Pero nada de eso no importaba, las tenían consigo sin saber si las liberaría o posiblemente algo peor que no quisieron imaginar.

Caminaron por la puerta trasera para no encontrarse con oficiales que no tardarían en llamar.

—Suban al auto —ordenó otro de los tipos.

—Déjennos ir, tienen su botín —pidió Payton.
—Exacto, pero necesitamos rehenes y qué mejor que la hija del señor Wright —respondió uno mirando a la chica de ojos grises y tomándola de la barbilla.

Greis tenia miedo y las piernas le flaqueaban, al igual que sus ojos se cristalizaban un poco. No creía que la reconocerían con toda esa conmoción, todo ese embrollo ahora era su problema y su culpa, su pecho se oprimió.

—Quítale tus asquerosas manos —escupió la joven Roberts, tenaz como siempre.

Él manda más la miró con rabia.

—Cállala, Ethan —señaló con la pistola. Y siguiendo dicha orden, le taparon la boca con una mordaza.

Al poco tiempo, las otras dos chicas también se encontraban amordazas y una vez en el furgón con los ojos vendados también. El trío de chicas solo se tomaba las manos, al menos si morían -aunque les asustaba la idea de pensar eso- lo harían juntas, sin importar de quien fuera la culpa de la situación.

En súbito momento de no saber nada de donde estas y sentir como abren la puerta del automóvil, apretaron sus manos para luego soltarse. Las tomaron cuales bultos a pesar de tratar de evitarlo un poco, sentándolas en unas sillas terminando de amarrar bien sus manos y piernas.


No sabían si ya llevan minutos u horas, deducían que no había amanecido por las luces aún prendidas casi sobre sus cabezas, pero tampoco sabían con certeza si estaban en un cuarto o un sótano. Angustia y más angustia las envolvía cada instante, el ardor en sus muñecas y tobillos se así más insoportable a cada segundo, sus concentraciones también se ubicaban en el respirar de forma correcta sin poder si quiera tratar de conciliar un sueño que al menos les quitara la angustia y pensar que todo era pesadilla.

A lo lejos podía escuchar murmullos, palabra entre cortadas de sus secuestradores debido al cansancio mental y físico de la situación, que apenas las dejaban tener un idea de lo que hablaban. Luego de un buen rato escucharon pasos que se dirigían, por la cercanía del sonido, a ellas.

Una de las chicas empezó a saltar con fuerza, como si estuviera desesperada, molesta, asustando y alertando al mismo tiempo a las otras dos.

—Tranquilízate, cariño, no sacas nada con hacerte daño forcejeando, no cambiará nada —sonrió con maldad el causante de todo aquello en el mismo tono que la ocasión anterior con la caja registradora.

La afectada era Payton Roberts, a la cual el tipo le estaba pasando la mano por los muslos con intenciones perversas.

Las quejas, palabras y el silencio de todo ese lugar se oyó, para las chicas, interrumpido, al igual como había ocurrido hace pocas horas en la cafetería. El sonido de un vidrio roto se hizo presente, palabras sueltas a lo lejos dando entender que tomasen las armas rápido. Disparos, disparos y más eco de esos disparos rezumbaban al punto de hacerlas algo habitual en ese instante, el miedo aumentó su presencia en sus cuerpos, al igual que parte de la adrenalina de escuchar todo estando a la deriva de un accidente que simplemente podría cortarles la vida.

Para suerte, o parte de ella todas botaron sus sillas frente al miedo cayendo de cara al piso algo lejanos a los trozos de vidrios. En la desesperación de no poder hacer más, simplemente se quedaron ahí reprimiendo sus gritos en las mordazas durante mucho tiempo hasta que de un minuto o segundo a otro pareciera todo haber cesado, no más disparos ni estallidos de vidrio, no más maldiciones provenientes de sus secuestradores, no más puertas ni muebles cayendo con brusquedad al piso.

Sólo silencio.

Los vidrios quebrados sonaban a los minutos siguientes debido a pisadas sobre ellos. Sin saber de quién podría tratarse ni poder distinguirlo, solo se mantuvieron quietas esperando que fuera un policía o un rescate, cualquier cosa que las sacara de ahí. Parecía ser una persona debido al sonido que emitía a cada paso, una vez cerca de los rehenes, la más cercana a su lado Greis Wright, se hincó poniendo sus dedos en el cuello.

—Tiene pulso, aparentemente tampoco sangra, al igual que las otras dos —susurró para si una voz masculina de un tono neutral pero también un deje de alivio al final de la frase.

Antes de que pudieran tratar de hablar notando por el sonido de sus voz que no eran los secuestradores, entró más gente las levantó sacándolas de las sillas y se las llevó. De un principio pataleando y tratando de gritar. Y es que eso era inaudito, pasar de un secuestro a otro era mucho en todos los sentidos.

Rápidamente en un automóvil, distinguido por el movimiento, ahora más tranquilas, les soltaron la venda de los ojos y la mordaza. La luz la cegó unos instantes pero al volverlos a abrir pudieron volver a la normalidad.

La piel se les congeló, tenían a tres tipos de nuevo, distintos a los anteriores apuntándolas con una pistola.

—Necesito que guarden silencio y no griten, las acabamos de rescatar de esos tipos —mencionó uno de los que parecía ser el menor del grupo con la misma voz de antes.

—Si viniste a rescatarnos ¿por qué demonios nos amenazas con una pistola, nos llevas en un auto y no nos liberas manos y piernas? —respondió con ironía y rabia la joven Redbird mirándolo a los ojos sin hacer notar su miedo.

El chico miró a sus compañeros y suspiró para devolver la mirada con sus ojos avellanados.

—Tendrán que pagar el rescate, no somos policías como podrán notar —mencionó serio—. Somos de la mafia —agregó sin dar mayor información.

“¡¿Qué?! ¡¿La mafia?!” pensaban las tres chicas inmovilizadas por completo. No lo entendían ¿Por qué las habían salvado? ¿quién –si es que así hubiera sido- se lo habría pedido? ¿pagarles? ¿cómo harían eso? Y si se reusaban ¿cuáles serían las consecuencias?

Al igual que antes sólo estaban seguras de una cosa, estarían juntas apoyándose hasta el final.


viernes, 21 de octubre de 2011

Un día en la vida de la extraña Greis Wright.

Era tarde, muy tarde. La posición del sol determinaba claramente que eran aproximadamente las 1.35 de la tarde y ella lo sabía. Para su suerte, esa mañana no tenía clases, ni talleres, mucho menos trabajo; era su día de descanso.

De la nada de forma estrepitosa despertó gracias a un fuerte sonido, era la puerta. Como era su costumbre en las mañanas, se levantó con la mayor pereza que podía denotar; sus cabellos castaños a leonados, sus ojos grises a medio abrir, su sexy piyama morado de tipo vestido de tirantes a medio caer por sus hombros, todo acompañado con varios, grandes y largos bostezos fueron las pintas con las que abrió dicha puerta.

—¿Si? —preguntó sin poder enfocar aún quien era el tocaba.

—Eh…si hubiera sabido que iba a despertarte paso más tarde —respondió la voz masculina tras la puerta.

—Ya lo hiciste, además es algo tarde. Dime —sonrió refregando su ojo pudiendo mirar esta vez al aludido.

—Quería preguntarte, mejor dicho ofrecerte… —comenzó para ser interrumpido abruptamente por un estruendoso sonido musical.

Los ojos de Greis se abrieron de golpe, conocía ese sonido, era el ringtone de su celular, uno personalizado. Torpemente cerró la puerta sin dejar pasar a su invitado y busco el celular por toda la casa para tomarlo finalmente, era sólo un mensaje.

“Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.

Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.”

Rió con estupidez, Payton, como siempre. Al menos esta vez recordó que la chica ese día se levantaría pasada la mañana a diferencia de otras.

Era tan olvidadiza, se encontraba tan agotada que había olvidado la junta con sus mejores amigas: Cheryl & Payton. Como les era habitual, hace ya un tiempo, se verían en Starbucks para tomar un café, al igual de como sucedió el día que se conocieron y se hicieron tan cercanas.

La pequeña, pero no por eso inmadura, Cheryl era la única que falta para que –luego de convencer a Payton- posiblemente pudiesen convivir las tres en un mismo apartamento o hasta una casa. Pero aún tenían que esperar que la chica de cabellos cobrizos a la luz terminara su último año para eso, ya que la madurez, decisión y todo lo que hiciera falta, la tenía mucho más que las otras dos amigas.

<< Oh, shit >> bufó recordando que había cerrado la puerta al chico, tomó el celular y volvió.

—Lo siento, lo siento, lo siento, fue un impulso e importante que contestara, lo siento —habló con desesperación abriendo la puerta y con notoria vergüenza.

—No importa. Será mejor que me vaya, perdón por molestarte —respondió el joven despidiéndose dejando a Greis confundida sin entender nada y con una sensación de culpa.

Lo hubiera detenido de no ser que se encontraba aún algo adormilada y con sus reflejos más lentos de lo normal.

Una vez sacando es tema de su mente decidió meterse a la ducha para relajarse y despertar.

Su casa no era pequeña, porque sí, era una casa, alejada de la ciudad, auspiciada por el dinero de sus padres y herencia de sus abuelos. De un solo piso, con 3 dormitorios, cocina americana, living comedor, una oficina y un jardín. Bastante grande para ella sola pero teniendo todo lo que quisiera a su disposición en caso de necesidad. No le gustaba abusar del dinero de sus padres, no le gustaban sus muestras de cariño materiales, pero hasta que no terminara sus estudios y pudiera encontrar un trabajo excelentemente pagado, no podría mantener esa casa tan hermosa ella sola.

Nadie podría pensar que alguien como ella, por su forma de ser, estuviera estudiando y perfeccionándose en informática cuando, notoriamente, su pasión era el arte en todas formas. Era cosa de solo darle una vuelta a su casa, llena de vinilos por las murallas, pinturas de autografía propia, murales pintados por dentro y por fuera, entre otras cosas.

Luego de salir de la ducha empezó a buscar en su closet algo que le acomodara. Finalmente por el calor de aquel inicio de verano, se decidió por un shorts de Jeans, deshilachados de fábrica, junto con una camiseta de mangas cortas de tono rojo sangre que decía “Read my lips” en negro con una tipografía irregular. Su cabello lo dejó estar quedando de forma armoniosa.

Miró la hora, 2.45. Tenía tiempo de sobra. Tomó sus audífonos, su celular, su compañera mochila con algunas cosas con las que siempre salía, descolgó sus llaves y atravesó la puerta en caminándose a su destino cantando armoniosamente al ritmo de su música.

Cada canción la hacía sentir cosas distintas pro todo su cuerpo, metiéndose en la letra, en la melodía, recordando miles de sucesos, situaciones del pasado tristes y felices. Meditando en sus actos, que pasaría si su vida diera más vueltas de la cada al cierre de cada etapa, con cada decisión, con cada persona nueva en mi vida. Ensimismada en sus pensamientos, sumada a su distracción por esencia. Al llegar, como siempre, unos minutos antes de la llegada de sus compañeras se sentó ordenando un Frapuccino JavaChip pequeño.

Mientras esperaba el café haciendo dibujos en la servilleta. No percibió que se encontraba en aquel mismo lugar una persona, una que la llevaba tras de ella hace unas cuadras. Alguien que realizaría nuevamente lo que pensaba en su camino y no sólo a ella.

—Frapuccino JavaChip para Greis —escuchó que llamaban retirando dicho líquido.

Estaba más amargo que de costumbre.

jueves, 20 de octubre de 2011

Un dia más de la vida de Payton

La luz del sol se comenzó a colar por entre las cortinas dándole de lleno en la cara a Payton, la cual comenzó a removerse en su pequeña cama hasta finalmente despertar por completo. La muchacha se había mudado hace unas cuantas semanas, tan solo unos meses después de su graduación, no había querido esperar más tiempo, por lo que tomo sus ahorros y arrendó un pequeño departamento en el cual a penas cabía ella, poseía un baño junto al dormitorio y la cocina que era al mismo tiempo comedor, un lugar sumamente pequeño, pero momentáneo, solo debía encontrar un trabajo estable para poder tener el dinero suficiente para mantenerse y poder pagar un lugar mejor. Su madre le daba algo de dinero aún, pero no se quería aprovechar pidiéndole que le pagara un lugar donde quedarse siendo que podía volver con ella, pero definitivamente la joven prefería la libertad que estar lejos de casa y de James le significaba.

Revisó la hora y para su suerte aún era temprano, tenía un trabajo temporal e intermitente al que debía asistir día por medio, no le pagaban demasiado pero era algo. Aquel día no le tocaba turno, así que simplemente tendría que hacer algo hasta que dieran las 16.00 hrs. Hora acordada para juntarse con sus fieles amigas: Cheryl y Greis. Como ya era tradición planeaban juntarse a tomar un café en aquel Starbucks al que siempre asistían, en el que se conocieron y el que siempre de alguna manera marcaba un antes y un después en sus problemas.

De pronto tal como una ampolleta encendida en medio de la oscuridad una idea llego de la nada, era temprano y no tenía nada que hacer, así que se vistió con su ropa de deporte, preparo su bolso y partió camino a su lugar de relajo, un pequeño gimnasio comunal, un pequeño espacio adaptado con colchonetas, espejos y uno que otro saco para golpear, no era más que eso a simple vista, pero para Payton era el lugar ideal para descargarse, un lugar de paz, tranquilidad y relajación, en especial en las mañanas que siempre se encontraba vacío entonces… entonces ese era su lugar, solo de ella. El lugar lo encontró hace unos años un día después de pelear con su madre cuando esta le presentó a James y decirle que lo de ellos iba en serio, desde entonces que ella va a ese lugar, asistió a clases de defensa personal y los últimos 8 años había estado aprendiendo lucha cuerpo a cuerpo, realmente nunca fue a competencias, ni tuvo que usarlas en el día a día, así que más que algo en lo que se especializaba era una forma de relajo, muchas mujeres usaban el Yoga para eso, mientras que Payton simplemente se preocupaba de la lucha. Poca gente sabía sobre este gusto que tenía Roberts, sus dos amigas eran unas de las pocas personas que sabían, y más bien eran las únicas con las que seguía manteniendo el contacto, ya que quien le enseñaba se había mudado hace un poco más de un año y no volvió a saber más nada sobre él.

Después de desquitarse con el pobre saco y lanzar uno que otro golpe loco al aire durante alrededor de una hora, decidió que era tiempo de una ducha y un cambió de ropa, “mucho de algo no es bueno” le dijo una vez su maestro.

En cuanto terminó reviso nuevamente la hora en su celular aún tenía tiempo a su favor, quizá Greis se encontrara igual que ella en ese momento debido a que también había salido ya de la secundaria, en cambio Cheryl… ella aún era una colegial, aunque no por mucho, ya que si sus cálculos eran correctos ella ya se encontraba cursando su último año.

En ese momento comenzó a presionar la pantalla de su teléfono móvil, escribiendo rápidamente un mensaje de texto para su amiga.

Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.
Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.

Sabía que Greis detestaba que hiciera aquello, ya que normalmente amigos revisaban su celular, leían los mensajes y malentendían o simplemente le preguntaban quien era su nuevo novio… P.R. Tan misterioso. Incluso una vez su madre encontró uno de los dichosos mensajitos, por lo que la castaña debió acudir y explicarle que solo eran bromas de ella, que no se preocupara, con todo eso ella seguía haciéndolo y es que… le encanaba joderla.

Luego de comer algo rápido en su departamento salió al encuentro de sus amigas, pensó en llamar a Cheryl y ofrecerse a ir por ella al colegio, pero realmente no tenía ganas de pasar por aquel colegio, normalmente iba cuando hacía calor y quería que algún chico nos invitara un helado o algo. Ahora ya teníamos planes como para ir a flirtear con alguno de esos chicos.

De pronto comenzó a sentir una sensación extraña como si la estuvieran observando o como si alguien la siguiera… si tan solo supiera todo lo que le aguardaba quizás hubiera decidido cambiar de planes, aunque viéndolo de otro punto de vista… quizás todo esto desencadenaría algo bueno al final de cuentas, aunque es mejor no adelantar más y la misma muchacha descubra que es lo que viene en su futuro… Claro si es que le queda futuro después de esto.

Pero hay una buena noticia para la muchacha de los ojos pardo, afortunadamente para ella no estaría sola en todo esto… ya que también se verían involucradas sus amigas, aunque si lo piensas bien quizá no sean tan buenas noticias, pero dicen que todo es más fácil cuando estas con amigos o cuando tienes una compañía que te ayuda a sobrellevar aquellos momentos difíciles, ellas se tendrán unas a otras, esperemos que esto sea suficiente para que logren pasar victoriosas esta prueba… para puedan comenzar con esta nueva vida… y por sobre todo… esperemos que la puedan mantener.

Su café… está servido.

martes, 11 de octubre de 2011

Prólogo.


Ese minuto en que sientes que perderás tu vida, que todo se vuelve negro y sólo presionas las manos de tus amigas a tu lado unos minutos antes esperando que todo salga bien, por ellas y por ti. Lamentas tantas cosas, piensas en que si llegas a salvarte serás posiblemente una mejor persona, te harías hasta una súper heroína si fuese necesario.

No puedes ver nada, pero sientes ese frío producto del terror que te envuelve, quieres hablar pero tienes algo en la boca que te impide emitir cualquier sonido, grito o chillido e incluso suplicar es imposible y completamente vano. Cualquier movimiento implica dolor por las cuerdas que te tienen sujeta con rudeza.

Sin embargo.

Todo se vuelve inesperado. Libres, si te dan libertad a cambio de todo lo contrario a lo que querías renacer, te liberan para atarte de palabra, para poseerte de distintas formas para su propio beneficio. ¿Renegar? Imposible si gracias a ellos sigues viva y aún respiras, al igual que tus queridas amigas. No, no enfrentarás el mal sola, pero tampoco eres lo suficientemente fuerte para hacer un revuelta.

Te preguntas ¿por qué las han salvado? ¿por qué ellas? ¿por qué ese acuerdo? Pero no hay respuesta, sólo propuestas, aceptaciones y órdenes.

Si de algo podía estar segura, es que sus amigas estaban ahí con ella y se ayudarían en lo que fuera necesario; encontrar responsables, cobrar justicia entre otras cosas que necesitasen. Porque no había soledad con ellas al lado, ni tampoco desconfianza, eran el mejor equipo que finalmente prevalecería fueran cuales fueran sus decisiones.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Greis Wright

Siempre el intermedio; nunca blanco, nunca negro, simplemente gris como sus ojos. Ni fría, ni demasiado cálida, aunque si pasaba a algún extremo pronto pasaría a otro dándose un equilibrio. Como un perfecto equinoccio de Otoño & Primavera con un poco de Solsticio de Verano e Invierno.

Si, era una extraña chica de 19 años, pero que muchas veces le gustaba parecer de 16 en muchos sentidos y en otros hacer notar su verdadera edad. No era tonta, pero si quizás algo ingenua a veces y distraída, sobretodo distraída. Es de esas chicas que no se dan cuenta de los sentimientos de los demás hacia ella ni lo suyos propios a veces, pero tienen un buen ojo para los sentimientos que disparan los demás por otros.

Sus ojos grises denotan sus sentimientos para quien sabe ya leerlos, ya que siempre se muestra alegre aunque no muchas veces sea la verdad. Éstos mismos también revelan a veces misterios y dolores escondidos, secretos que no suele confiar en las personas hasta que éstas le muestran de alguna forma que puede hacerlo sin miedo a ser herida, debido a que no hay nada a lo que le tema más que el dolor. Sumado a ello, es una chica con bastantes temores que supera gracias a los demás, a sus amigas/os y muchas veces por ellos, que es donde todo su coraje sale a flote sin importar que pueda suceder.

Siempre se ha sentido acomplejada con su estatura, la cual le deja muchos apodos, ya que ser bajo el promedio nunca es fácil, sin embargo aunque le digan Pitufina, Duende, entre otros apodos por su estatura, trata de restarles importancia aunque suele utilizarlos muchas veces para reírse de sí misma, debido a que tiene la idea de que si no te ríes de ti, no puedes hacerlo de los demás. La risa es su fuerte, no se las da de payasa, pero sí tiene un buen sentido del humor, aunque con sus toques algo negros.

Nunca se ve de la misma forma, ya que su cabello con claras ondulaciones siempre se maneja de formas distintas y a veces por la frustración de la misma tiende a alisárselo. Aunque también eso muestra su versatilidad y preocupación básica de su apariencia, ya que tampoco exagera ni es de las chicas que se maquillan, aunque sí lo hacen en ocasiones “especiales” de su propio criterio.

Familia es un término del que se mantiene alejada para opinar, ya que la suya es una bastante grande, donde sus padres están separados, y se encuentra llena de hermanos, hermanastros, padrastro y madrastra. Sin embargo, les tiene solo el afecto de su poco apoyo y algo de convivencia, mas no confía en ellos ni los considera realmente una familia, ya ella su familia son sus amigos, aquellos que siempre han estado y siguen con ella.

Amor, sí, conoce muy bien el término, pero lo conoce desde el punto de vista de Romeo & Julieta, el de la tragedia. Se ha enamorado una vez en la vida, según ella, que fue de su querido primo durante toda su infancia y parte de la adolescencia, hasta que hace cinco años este falleció en un trágico accidente de un auto y una bicicleta que le causó muerte cerebral. Ese ha sido uno de lo momentos más trágicos de su vida, ya que siente la culpa de haberle confesado su amor en el momento más inoportuno pareciendo una broma de mal gusto que su primo jamás creyó. Y hace dos años, finalmente cuando creía volver a enamorarse, éste, su mejor amigo de la infancia, casi la abusa sexualmente, al cual por su buen corazón perdonó al instante y sigue viendo con ciertos cuidados y miedos. Simplemente las cosas no han salido bien para ella en el amor, pero es paciente, le resta importancia siendo feliz con lo que tiene y pensando que quizás no es su momento y ya.

Es una soñadora empedernida, algo terca y orgullosa también. No le gusta ser el centro de atracción, pero si es por el arte eso deja de importe, ya que le encanta este en todas sus formas y trata de desarrollarla en todas sus formas, sobre todo escribiendo, cantando, bailando, actuando un poco y también con gimnasia que practica por su cuenta a falta de un lugar donde la requieran y falta de dinero en esos gastos, ya que sus padres se encargan de casi todos ellos y no busca tirarles más peso por el cual no responde si quiera con muestras de afecto o verlo más seguido porque no quiere fingir en algo como eso.

Es algo llevaba a sus ideas y le encanta discutir con alguien que le lleve la contraria, sin embargo, siempre respeta la opinión del resto defendiendo la suya hasta el final.

Así era ella, era como un delicioso Frapuccino de Chocolate con Café, dulce y amarga al mismo tiempo en la medida justa para no saturarte y siempre estar cómodo con el sabor. ¿La pruebas como esté y la dejas así? ¿o le agregarás más chocolate o café a su vida?

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Payton Roberts

Quizá solofueran 18 años los que demostraba su cédula de identidad, pero la verdad eraque aquella joven era mucho más que una simple muchacha de 18, su vida siemprefue difícil, quizá no con las complicaciones que tienen los adolescentes hoy endía de si sus padres se divorcian, o algunas malas notas. Payton Roberts teníamás problemas que esos, entre los que estaba soportar la muerte de su padrecuando ella era pequeña aún, gracias a una riña en la calle, trataron deasaltarlo, robarle sus pertenencias, la pequeña Payton se encontraba con él,por lo que accedió rápidamente tratando de proteger a su pequeña princesa, peroa aquellas personas no les bastó aquello y finalmente acabaron con la vida deaquel hombre rápidamente con una bala. La chica jamás va a olvidar el sonidoque emitió aquella arma, su padre cayó y ella quedó allí sola en medio de lacalle gritándole a su papá para que se levantara, estaba asustada y solo queríavolver a casa junto a su progenitor para cenar y estar junto a su madre, peroeso jamás ocurrió, en cambio llegó una ambulancia que la llevó a un hospital enel que después de un par de horas le aseguraron a ella y a su mamá de que nopudieron hacer nada para salvarlo. No es fácil para una pequeña de 7 añosafrontar todo eso de golpe, pero lamentablemente eso no fue todo, ya que con elpasar del tiempo su madre se volvió a enamorar y se casó, quizá el fuera unbuen hombre para acompañarla a ella, pero con Payton era un hombre sumamentedistinto, cabrón como ningún otro hombre en la tierra, quizá incluso laconfunda con parte de la servidumbre y no como la hija de su enamorada; aún contodo lo que sufrió Payton con este hombre jamás le pidió nada a su madre y solosoportó, esperó y a penas terminó la secundaria se marchó de casa aunquetampoco es como si antes pasar mucho tiempo allí, ya que ella se refugiaba consus amigas, siempre fieles y leales.

Fuera de estascosas la castaña era una joven feliz, cuando no se encontraba en su casa ellaera realmente feliz, disfrutaba se reía y era difícil que no fuera así, ya querealmente era fácil para ella conseguir ciertas cosas en especial con chicos jóvenesy algo estúpidos que sucumbían ante sus encantos, su cabello siempre brillante,sedoso que hacía un hermoso juego con sus ojos color pardo, de una altaestatura, piernas largas y sus atributos voluptuosos que la convertían en elpunto de varias miradas, pero a pesar de eso la joven solo se divertía con loschicos, a veces para ir por un helado, otras veces quizá un café, pero no másque eso, ella sabía elegir sus amistades y no gustaba de jugar con lossentimientos de los demás, mucho menos crear falsas ilusiones, pero no estabade más a veces darle una oportunidad a un muchacho aunque fuera para que seregodeara con sus amigos de que había llevado a la hermosa Payton Roberts porun helado.

Joven,inteligente, hermosa… con problemas en casa que al partir de su hogar fueron “momentáneamentesolucionados” ¿Qué más podría hacerle falta a esta muchacha? Un par de amigasque la acompañen en todo… y es por eso que ella vivirá su aventura con ellassin importar todo lo que puedan sufrir, amigas por siempre pase lo que pase.

Solo una cosamás que añadir… espero que disfrutes tu café.