Pestañas

viernes, 21 de octubre de 2011

Un día en la vida de la extraña Greis Wright.

Era tarde, muy tarde. La posición del sol determinaba claramente que eran aproximadamente las 1.35 de la tarde y ella lo sabía. Para su suerte, esa mañana no tenía clases, ni talleres, mucho menos trabajo; era su día de descanso.

De la nada de forma estrepitosa despertó gracias a un fuerte sonido, era la puerta. Como era su costumbre en las mañanas, se levantó con la mayor pereza que podía denotar; sus cabellos castaños a leonados, sus ojos grises a medio abrir, su sexy piyama morado de tipo vestido de tirantes a medio caer por sus hombros, todo acompañado con varios, grandes y largos bostezos fueron las pintas con las que abrió dicha puerta.

—¿Si? —preguntó sin poder enfocar aún quien era el tocaba.

—Eh…si hubiera sabido que iba a despertarte paso más tarde —respondió la voz masculina tras la puerta.

—Ya lo hiciste, además es algo tarde. Dime —sonrió refregando su ojo pudiendo mirar esta vez al aludido.

—Quería preguntarte, mejor dicho ofrecerte… —comenzó para ser interrumpido abruptamente por un estruendoso sonido musical.

Los ojos de Greis se abrieron de golpe, conocía ese sonido, era el ringtone de su celular, uno personalizado. Torpemente cerró la puerta sin dejar pasar a su invitado y busco el celular por toda la casa para tomarlo finalmente, era sólo un mensaje.

“Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.

Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.”

Rió con estupidez, Payton, como siempre. Al menos esta vez recordó que la chica ese día se levantaría pasada la mañana a diferencia de otras.

Era tan olvidadiza, se encontraba tan agotada que había olvidado la junta con sus mejores amigas: Cheryl & Payton. Como les era habitual, hace ya un tiempo, se verían en Starbucks para tomar un café, al igual de como sucedió el día que se conocieron y se hicieron tan cercanas.

La pequeña, pero no por eso inmadura, Cheryl era la única que falta para que –luego de convencer a Payton- posiblemente pudiesen convivir las tres en un mismo apartamento o hasta una casa. Pero aún tenían que esperar que la chica de cabellos cobrizos a la luz terminara su último año para eso, ya que la madurez, decisión y todo lo que hiciera falta, la tenía mucho más que las otras dos amigas.

<< Oh, shit >> bufó recordando que había cerrado la puerta al chico, tomó el celular y volvió.

—Lo siento, lo siento, lo siento, fue un impulso e importante que contestara, lo siento —habló con desesperación abriendo la puerta y con notoria vergüenza.

—No importa. Será mejor que me vaya, perdón por molestarte —respondió el joven despidiéndose dejando a Greis confundida sin entender nada y con una sensación de culpa.

Lo hubiera detenido de no ser que se encontraba aún algo adormilada y con sus reflejos más lentos de lo normal.

Una vez sacando es tema de su mente decidió meterse a la ducha para relajarse y despertar.

Su casa no era pequeña, porque sí, era una casa, alejada de la ciudad, auspiciada por el dinero de sus padres y herencia de sus abuelos. De un solo piso, con 3 dormitorios, cocina americana, living comedor, una oficina y un jardín. Bastante grande para ella sola pero teniendo todo lo que quisiera a su disposición en caso de necesidad. No le gustaba abusar del dinero de sus padres, no le gustaban sus muestras de cariño materiales, pero hasta que no terminara sus estudios y pudiera encontrar un trabajo excelentemente pagado, no podría mantener esa casa tan hermosa ella sola.

Nadie podría pensar que alguien como ella, por su forma de ser, estuviera estudiando y perfeccionándose en informática cuando, notoriamente, su pasión era el arte en todas formas. Era cosa de solo darle una vuelta a su casa, llena de vinilos por las murallas, pinturas de autografía propia, murales pintados por dentro y por fuera, entre otras cosas.

Luego de salir de la ducha empezó a buscar en su closet algo que le acomodara. Finalmente por el calor de aquel inicio de verano, se decidió por un shorts de Jeans, deshilachados de fábrica, junto con una camiseta de mangas cortas de tono rojo sangre que decía “Read my lips” en negro con una tipografía irregular. Su cabello lo dejó estar quedando de forma armoniosa.

Miró la hora, 2.45. Tenía tiempo de sobra. Tomó sus audífonos, su celular, su compañera mochila con algunas cosas con las que siempre salía, descolgó sus llaves y atravesó la puerta en caminándose a su destino cantando armoniosamente al ritmo de su música.

Cada canción la hacía sentir cosas distintas pro todo su cuerpo, metiéndose en la letra, en la melodía, recordando miles de sucesos, situaciones del pasado tristes y felices. Meditando en sus actos, que pasaría si su vida diera más vueltas de la cada al cierre de cada etapa, con cada decisión, con cada persona nueva en mi vida. Ensimismada en sus pensamientos, sumada a su distracción por esencia. Al llegar, como siempre, unos minutos antes de la llegada de sus compañeras se sentó ordenando un Frapuccino JavaChip pequeño.

Mientras esperaba el café haciendo dibujos en la servilleta. No percibió que se encontraba en aquel mismo lugar una persona, una que la llevaba tras de ella hace unas cuadras. Alguien que realizaría nuevamente lo que pensaba en su camino y no sólo a ella.

—Frapuccino JavaChip para Greis —escuchó que llamaban retirando dicho líquido.

Estaba más amargo que de costumbre.

jueves, 20 de octubre de 2011

Un dia más de la vida de Payton

La luz del sol se comenzó a colar por entre las cortinas dándole de lleno en la cara a Payton, la cual comenzó a removerse en su pequeña cama hasta finalmente despertar por completo. La muchacha se había mudado hace unas cuantas semanas, tan solo unos meses después de su graduación, no había querido esperar más tiempo, por lo que tomo sus ahorros y arrendó un pequeño departamento en el cual a penas cabía ella, poseía un baño junto al dormitorio y la cocina que era al mismo tiempo comedor, un lugar sumamente pequeño, pero momentáneo, solo debía encontrar un trabajo estable para poder tener el dinero suficiente para mantenerse y poder pagar un lugar mejor. Su madre le daba algo de dinero aún, pero no se quería aprovechar pidiéndole que le pagara un lugar donde quedarse siendo que podía volver con ella, pero definitivamente la joven prefería la libertad que estar lejos de casa y de James le significaba.

Revisó la hora y para su suerte aún era temprano, tenía un trabajo temporal e intermitente al que debía asistir día por medio, no le pagaban demasiado pero era algo. Aquel día no le tocaba turno, así que simplemente tendría que hacer algo hasta que dieran las 16.00 hrs. Hora acordada para juntarse con sus fieles amigas: Cheryl y Greis. Como ya era tradición planeaban juntarse a tomar un café en aquel Starbucks al que siempre asistían, en el que se conocieron y el que siempre de alguna manera marcaba un antes y un después en sus problemas.

De pronto tal como una ampolleta encendida en medio de la oscuridad una idea llego de la nada, era temprano y no tenía nada que hacer, así que se vistió con su ropa de deporte, preparo su bolso y partió camino a su lugar de relajo, un pequeño gimnasio comunal, un pequeño espacio adaptado con colchonetas, espejos y uno que otro saco para golpear, no era más que eso a simple vista, pero para Payton era el lugar ideal para descargarse, un lugar de paz, tranquilidad y relajación, en especial en las mañanas que siempre se encontraba vacío entonces… entonces ese era su lugar, solo de ella. El lugar lo encontró hace unos años un día después de pelear con su madre cuando esta le presentó a James y decirle que lo de ellos iba en serio, desde entonces que ella va a ese lugar, asistió a clases de defensa personal y los últimos 8 años había estado aprendiendo lucha cuerpo a cuerpo, realmente nunca fue a competencias, ni tuvo que usarlas en el día a día, así que más que algo en lo que se especializaba era una forma de relajo, muchas mujeres usaban el Yoga para eso, mientras que Payton simplemente se preocupaba de la lucha. Poca gente sabía sobre este gusto que tenía Roberts, sus dos amigas eran unas de las pocas personas que sabían, y más bien eran las únicas con las que seguía manteniendo el contacto, ya que quien le enseñaba se había mudado hace un poco más de un año y no volvió a saber más nada sobre él.

Después de desquitarse con el pobre saco y lanzar uno que otro golpe loco al aire durante alrededor de una hora, decidió que era tiempo de una ducha y un cambió de ropa, “mucho de algo no es bueno” le dijo una vez su maestro.

En cuanto terminó reviso nuevamente la hora en su celular aún tenía tiempo a su favor, quizá Greis se encontrara igual que ella en ese momento debido a que también había salido ya de la secundaria, en cambio Cheryl… ella aún era una colegial, aunque no por mucho, ya que si sus cálculos eran correctos ella ya se encontraba cursando su último año.

En ese momento comenzó a presionar la pantalla de su teléfono móvil, escribiendo rápidamente un mensaje de texto para su amiga.

Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.
Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.

Sabía que Greis detestaba que hiciera aquello, ya que normalmente amigos revisaban su celular, leían los mensajes y malentendían o simplemente le preguntaban quien era su nuevo novio… P.R. Tan misterioso. Incluso una vez su madre encontró uno de los dichosos mensajitos, por lo que la castaña debió acudir y explicarle que solo eran bromas de ella, que no se preocupara, con todo eso ella seguía haciéndolo y es que… le encanaba joderla.

Luego de comer algo rápido en su departamento salió al encuentro de sus amigas, pensó en llamar a Cheryl y ofrecerse a ir por ella al colegio, pero realmente no tenía ganas de pasar por aquel colegio, normalmente iba cuando hacía calor y quería que algún chico nos invitara un helado o algo. Ahora ya teníamos planes como para ir a flirtear con alguno de esos chicos.

De pronto comenzó a sentir una sensación extraña como si la estuvieran observando o como si alguien la siguiera… si tan solo supiera todo lo que le aguardaba quizás hubiera decidido cambiar de planes, aunque viéndolo de otro punto de vista… quizás todo esto desencadenaría algo bueno al final de cuentas, aunque es mejor no adelantar más y la misma muchacha descubra que es lo que viene en su futuro… Claro si es que le queda futuro después de esto.

Pero hay una buena noticia para la muchacha de los ojos pardo, afortunadamente para ella no estaría sola en todo esto… ya que también se verían involucradas sus amigas, aunque si lo piensas bien quizá no sean tan buenas noticias, pero dicen que todo es más fácil cuando estas con amigos o cuando tienes una compañía que te ayuda a sobrellevar aquellos momentos difíciles, ellas se tendrán unas a otras, esperemos que esto sea suficiente para que logren pasar victoriosas esta prueba… para puedan comenzar con esta nueva vida… y por sobre todo… esperemos que la puedan mantener.

Su café… está servido.

martes, 11 de octubre de 2011

Prólogo.


Ese minuto en que sientes que perderás tu vida, que todo se vuelve negro y sólo presionas las manos de tus amigas a tu lado unos minutos antes esperando que todo salga bien, por ellas y por ti. Lamentas tantas cosas, piensas en que si llegas a salvarte serás posiblemente una mejor persona, te harías hasta una súper heroína si fuese necesario.

No puedes ver nada, pero sientes ese frío producto del terror que te envuelve, quieres hablar pero tienes algo en la boca que te impide emitir cualquier sonido, grito o chillido e incluso suplicar es imposible y completamente vano. Cualquier movimiento implica dolor por las cuerdas que te tienen sujeta con rudeza.

Sin embargo.

Todo se vuelve inesperado. Libres, si te dan libertad a cambio de todo lo contrario a lo que querías renacer, te liberan para atarte de palabra, para poseerte de distintas formas para su propio beneficio. ¿Renegar? Imposible si gracias a ellos sigues viva y aún respiras, al igual que tus queridas amigas. No, no enfrentarás el mal sola, pero tampoco eres lo suficientemente fuerte para hacer un revuelta.

Te preguntas ¿por qué las han salvado? ¿por qué ellas? ¿por qué ese acuerdo? Pero no hay respuesta, sólo propuestas, aceptaciones y órdenes.

Si de algo podía estar segura, es que sus amigas estaban ahí con ella y se ayudarían en lo que fuera necesario; encontrar responsables, cobrar justicia entre otras cosas que necesitasen. Porque no había soledad con ellas al lado, ni tampoco desconfianza, eran el mejor equipo que finalmente prevalecería fueran cuales fueran sus decisiones.