Pestañas

miércoles, 25 de enero de 2012

Capítulo 3: Una nueva realidad


El comienzo de un nuevo día era marcado por el sol que poco a poco hacía su aparición en el cielo algo nublado de aquella mañana, mientras que la joven Redbird se había levantado temprano debido a que era día de semana y debía asistir a clases, no se podía decir lo mismo de Payton y Greis, la última no había logrado conciliar el sueño fácilmente debido a que lo ocurrido el día anterior no dejaba de rondar por su cabeza, en especial las últimas palabras que habían sido dirigidas hacia ella… “estamos por verla”, aquello la intimidaba bastante ¿qué podría mostrar ella? Roberts tenía las artes marciales, la lucha cuerpo a cuerpo y Cheryl su habilidad con las armas, pero… ¿Qué había de ella? ¿Qué le harían hacer? ¿Cuál sería su talento o su trabajo dentro de esta organización a la cual la habían metido a la fuerza? Fueron horas de pensar y pensar hasta que finalmente el cansancio pudo más y se durmió alrededor de las 4 de la madrugada, en cambio sus compañeras, amigas y confidentes, en cuanto se encontraron en sus camas debieron luchar un poco por no caer presas del sueño en el instante y es que el cansancio tanto físico, como mental de la situación les estaba pasando la cuenta.

Cheryl se dirigió a clases, trato de hacer su día lo más normal posible, pero aún así no lograba concentrarse del todo y era lógico, ya que a ella también la acosaban un montón de preguntas, se cuestionaba que sería de ella ahora, cómo esto cambiaría su vida actual y en especial como afectaría su futuro.

- Señorita Redbird –le llamó la atención una de sus maestras- sería tan amable de volver a la realidad y darme el resultado de este ejercicio –finalizó señalando la pizarra en la cual podía ver una cadena de carbonos e hidrógenos, la cual se quedó analizando unos minutos pensando qué es lo que debería hacer hasta darse cuenta que simplemente se trataba de nomenclatura.
- 2-metil-1,3-butadieno –respondió no muy segura.
- Por favor háganos el favor de no volver a perderse en sus pensamientos y manténgase pendiente de la clase –fue la respuesta que la profesora le dio, a lo que la joven respondió con un leve asentimiento de su cabeza.

Y de esta forma mientras el día escolar de Cheryl continuaba el de Payton recién estaba comenzando, se levanto con una extraña sensación, mientras más pensaba y le daba vuelta a sus recuerdos más pensaba que había sido un loco y estúpido sueño, tan así que terminó convencida de que nada había sido real, tan solo un invento de su sub-consiente. Por lo que decidió darse una ducha, tomar una taza de café, acompañarla con un sándwich y partir camino a su amado gimnasio, claro que en este se encontraba una pequeña sorpresa esperándola.

Al cruzar las puertas de aquel recinto se encontraba tan ida que apenas y se dio cuenta de que no se encontraba sola, hasta que el muchacho que estaba en el lugar hizo notar su presencia a la joven al aclararse la garganta para hablar, a lo que la muchacha respondió dándose la vuelta buscando al responsable de aquel sonido, hasta que lo encontró, entre las sombras al otro lado del gimnasio.

- Oh, lo siento… no esperaba que hubiera alguien más, normalmente está vacío –comenzó a disculparse la joven dispuesta a marcharse y volver más tarde o quizá otro día.
- Payton querida, lamento informarte que esos días terminaron –respondió aquel chico a la vez que salía lentamente de entre las sombras, refiriéndose al encontrar aquel gimnasio vacío.
- ¿Quién eres y por qué sabes mi nombre?
- ¿Es que te olvidaste tan rápidamente de mi? Nos conocimos anoche ¿lo recuerdas? Soy Chris, tu nuevo tutor –finalizó haciendo un gesto con su cabeza a modo de saludo.

Y de esta forma la verdad golpeó a la joven Roberts como un balde de agua fría en pleno invierno y es que nada de lo que había pensado un sueño había sido así, realmente las habían secuestrado dos veces en una noche, en realidad le habían hecho una prueba y finalmente… ella SI formaba parte de la mafia ahora, comenzó a examinar a su acompañante y definitivamente era a quien habían designado la noche anterior para ayudarla a entrenar, mejorar su técnica y aprender cosas nuevas, era aquel muchacho al que habían nombrado su tutor pasando a llevar las opiniones de que la persona más adecuada para el trabajo era Nathan a la vez que pedían que este último se quedara exento de esta situación o al menos del entrenamiento de esta muchacha.

- ¿Qué haces acá? –pregunto Payton.
- ¿No es obvio? Vengo a ayudarte con tu entrenamiento, llevo un rato acá revisando el equipamiento de este lugar y definitivamente no es suficiente para lo que tengo en mente practicar y enseñarte, así que si eres tan amable de acompañarme.
- ¿A dónde?
- Payton, por lo que pude notar anoche eres una chica muy buena para preguntar y que no se deja pasar a llevar tan fácilmente, pero si vas a estar dentro de esto debes aprender a preguntar menos y obedecer más.
- En ningún momento pedí ser parte de esto, ustedes fueron quienes nos incluyeron en todo sin siquiera preguntarnos.
- Si les hubiéramos preguntado probablemente hubieran dicho que no… además no es como si pudieran negociar mucho con la mafia –respondió Chris riendo- ahora, como dije anteriormente, si fueras tan amable de seguirme.
- Y yo reitero… ¿A dónde vamos?
- Eres testaruda… me agrada, ven conmigo, nos iremos a un gimnasio mejor equipado y más adecuado para tu entrenamiento –respondió finalmente.

Y de esta manera finalmente Roberts accedió a seguir a su nuevo tutor hacia la calle en donde los esperaba un auto negro con el motor en marcha listo para partir. Sin nada que poder hacer la chica simplemente subió al vehículo mientras que Chris le arrebataba su bolso con ropa de cambio y otras cosas de las manos y la metía al portaequipaje junto al bolso que el mismo llevaba, probablemente con lo mismo, para luego sentarse a su lado, hacer una seña al que se encontraba frente al volante y partir rumbo a su nuevo lugar de entrenamiento.

Mientras todo esto pasaba la joven Wright seguía envuelta en las redes de Morfeo tratando de recuperar el sueño que había perdido al quedarse pensando hasta tan altas horas de la noche, pero pronto el hambre fue más grande que el sueño provocando que la castaña despertara de su sueño algo atontada, aunque tampoco era tan tarde, eran recién las 11.30 de la mañana por lo que había dormido tranquilamente unas siete horas que si bien no eran las 8 mínimas necesarias era suficiente para ella, pero en cuanto vio la hora en el reloj de su celular se sobresaltó, ya estaba tarde para su turno en el trabajo debía estar allá hace 30 minutos, lo cual sumando el tiempo gastado en el trayecto desde su hogar hasta su lugar de trabajo significaba que estaba tarde en al menos una hora y eso sin contar que aún se encontraba en pijama, por lo que se apresuró en cambiarse ropa y salió de su casa sin siquiera preocuparse de tomar algo para comer en el camino, pero toda la prisa que llevaba se vio interrumpida en cuanto cerró la puerta de su casa y vio estacionado un auto justo frente a su casa, un hermoso y lujoso auto de color negro en el cual un hombre se encontraba recostado, lo reconoció en el instante, se trataba de Thomas el chico que la entrenaría y ayudaría a encontrar algo en lo que fuera buena.

- Tardaste bastante en salir –dijo el moreno con una sonrisa en su rostro.
- Lo siento, me quedaría a charlar pero voy tarde a mi trabajo –respondió Greis tratando de esquivarlo.
- Ya no más… renunciaste a tu empleo.
- ¿¡Qué!? Yo no hice nada de eso –respondió algo alterada.
- Tu directamente no, pero si vas a trabajar conmigo necesitarás más tiempo que el que disponías, eso sin añadir que lo tuyo será todo un reto, deberé enseñarte un montón de cosas para ver con cual de todas tienes más afinidad y facilidad.
- No, tu no entiendes… con el sueldo de ese trabajo yo me mantengo, sin eso no puedo mantener mi casa, no puedo pagar mis cuentas ni mucho menos mantenerme a mí.
- Al parecer tu eres la que no entiende, ahora eres parte de la mafia Wright –dijo Thomas cambiando su tono por uno un poco más serio-, lo que significa que si haces lo que te ordenan y complaces al jefe puedes ganar suficiente como para mantener tres casas como estas con cinco habitantes en cada una, así que basta de reclamos y excusas baratas y sube al auto que hay trabajo que hacer.
- Debes estar de broma.
- ¿Te parece que bromeo? –añadió lanzándole una mirada que dejaba en claro que hablaba en serio y que estaba comenzando a perder la paciencia, por lo que sin decir nada más decidió subir al auto ubicándose en el asiento trasero mientras que Thomas lo rodeaba para subir en el asiento del conductor y emprender la marcha a quien sabe dónde, pero en cuanto encendió el motor el estómago de Greis delató el hecho de no haber desayunado, por lo que Thomas le lanzó una mirada a través del espejo retrovisor- ¿Hambrienta? –dijo recuperando su tono tranquilo y simpático.
- Si, algo –admitió a la vez que el rubor subía a sus mejillas.
- Entonces creo que haremos una escala en nuestro trayecto, compramos un par de hamburguesas y luego… ¡a trabajar! –Dijo riendo- y es que no se puede pensar bien con el estómago vacío.
- Gracias –soltó la joven Wright en un susurro.

Mientras el entrenamiento comenzaba para las dos mayores la joven Redbird aún debía soportar un par de horas más de clases, o al menos eso era lo que ella pensaba ya que durante el receso anterior a la hora de almuerzo el inspector se acercó a ella para comunicarle que la había venido a retirar, la chica algo sorprendida preguntó inmediatamente quien era la persona que había firmado la autorización que le permitiría eximirse del resto de las clases del día y marcharse a su hogar a lo que le respondieron simplemente ‘tu tío’, la chica aún confundida ordenó sus cosas y se marchó para encontrarse a Kenneth esperándola en la recepción.

- Al fin llegas querida, es hora de marcharnos o llegaremos tarde –le dijo mientras la guiaba fuera del recinto mientras le dirigía una sonrisa a la secretaria presente.
- ¿De qué se trata esto? –preguntó Cheryl al encontrarse ya fuera de la mirada de cualquier funcionario del colegio.
- Entrenamiento –respondió cortante su acompañante.
- Espera… es decir que me retiraron de clases, ¿perderé al menos unas cuatro horas de clases y so solo porque a ustedes se les ocurre programar un entrenamiento?
- Corrección, no se nos ocurrió, se le ocurrió al señor Fitzroy –el solo oír su nombre hizo que la furia mezclada con confusión se calmara en el interior de la joven.
- Y… ¿esto será todos los días? Porque si es así terminaré repitiendo el año, un lujo que no me puedo dar… estoy comenzando con los exámenes finales.
- Claro que no, no sabemos cada cuanto será, pero no te retrasarás en tus clases, de eso puedes estar segura, además de que estamos al tanto de tus pruebas, es por eso que esperamos hasta esta hora para retirarte, ya que el señor Fitzroy exigió que el día de hoy a ustedes de les diera un entrenamiento inicial para ponerlas al día de todo lo que será esto –comenzó a explicar aquel alto hombre de oscuros rizos-, quiere que conozcan los lugares en los que se entrenaran, quiere que se familiaricen un poco con el nuevo entorno.
- ¿Se familiaricen? ¿Plural? –preguntó
- Claro, tus amiguitas también fueron abordadas estas mañanas por sus respectivos tutores –le aclaró Kenneth- ahora basta de charlas, se nos hace tarde, así que sube al auto –finalizó la charla abriéndole la puerta de un hermoso y lujoso auto color negro al cual la colegiala subió sin decir más nada, resignada ya a poder hacer cualquier acotación o reclamo por miedo a las repercusiones que sus palabras pudieran tener, aún recordaba como David Fitzroy había reaccionado el día anterior simplemente por unas opiniones y sugerencias de algunos de sus hombres.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Capítulo 1: Reinicio.

Llevaban días sin verse, no tantos como expresaban, pero para ellas eran una eternidad. Se desenvolvieron hablando como hace mucho, problemas, bromas, risas, imaginaciones, ideas y debates, de todo un poco el tiempo avanzó. Un par frapuccinos más tarde acompañados de unos deliciosos Muffins de chocolate, zanahoria y moras, hasta cuando el sol ya estaba oculto y ya era casi la hora de marcharse, lo cual ninguna quería hacer.

—Unos minutos más, después de todo te vamos a dejar o acompañamos a tu casa, no creo que sea problema —sugirió la chica de ojos grises con una sonrisa después de un pequeño puchero al ver la hora.

—Si, apoyo eso, no quiero que nos marchemos aún —secundó Payton mirando de forma en que los ojos le brillaban a la más pequeña del grupo en edad, mas no en madurez.

—Está bien —sonrió divertida y convencida la joven Redbird, qué serían 5 minutos más después de todo.

En esos instantes un corte de luz ocasionó desordenes y gritos en el lugar, vidrios estallaban fuertemente, junto con otros caos que provenían por culpa de un individuo dentro local que empujaba muebles en la oscuridad.

Las tres chicas se mantenían unidas por sus brazos calmándose entre ellas.
Cerca de ellas sin pasar mucho rato pudieron escuchar un tipo que asaltaba la caja registradora del lugar. Más acostumbradas a la oscuridad, una de las chicas, Payton, la que sabía luchar, se acercó tratando de evitar la situación con una patada.

—Creo que no, cariño, mejor que no te hagas la heroína —amenazó sujetando su pierna y apuntándola con su pistola, el miedo la congeló parcialmente en medio de los recuerdos que le venían de su infancia.

—¡Déjala! —chilló la joven Redbird, no muy lejos de ahí junto a su amiga.

El asaltante enfocó su mirada en las otras chicas, la luz se prendió al poco rato y al poder deslumbrarlas bien, silbó, haciendo que con pocos segundos de desfase llegaran dos compañeros que sujetaron a las damas de las muñecas.

—¡Suéltenme! —forcejeó Cheryl al igual que Greis a su lado.

—Con esto está bien para pagar las deudas y un poco más, junto con salir —mencionó el que parecía ser él manda más ignorando las peticiones de las chicas.

Tenían miedo, estaban armados y de entre todos las tomaron a ellas de rehenes. Si tan solo no se hubieran quedado más rato por petición suya, pensaba la joven Wright. O quizás si no los hubiera enfrentado, pensaba la joven Roberts. Como también actuar y no sólo hablar, pensaba la joven Redbird. Pero nada de eso no importaba, las tenían consigo sin saber si las liberaría o posiblemente algo peor que no quisieron imaginar.

Caminaron por la puerta trasera para no encontrarse con oficiales que no tardarían en llamar.

—Suban al auto —ordenó otro de los tipos.

—Déjennos ir, tienen su botín —pidió Payton.
—Exacto, pero necesitamos rehenes y qué mejor que la hija del señor Wright —respondió uno mirando a la chica de ojos grises y tomándola de la barbilla.

Greis tenia miedo y las piernas le flaqueaban, al igual que sus ojos se cristalizaban un poco. No creía que la reconocerían con toda esa conmoción, todo ese embrollo ahora era su problema y su culpa, su pecho se oprimió.

—Quítale tus asquerosas manos —escupió la joven Roberts, tenaz como siempre.

Él manda más la miró con rabia.

—Cállala, Ethan —señaló con la pistola. Y siguiendo dicha orden, le taparon la boca con una mordaza.

Al poco tiempo, las otras dos chicas también se encontraban amordazas y una vez en el furgón con los ojos vendados también. El trío de chicas solo se tomaba las manos, al menos si morían -aunque les asustaba la idea de pensar eso- lo harían juntas, sin importar de quien fuera la culpa de la situación.

En súbito momento de no saber nada de donde estas y sentir como abren la puerta del automóvil, apretaron sus manos para luego soltarse. Las tomaron cuales bultos a pesar de tratar de evitarlo un poco, sentándolas en unas sillas terminando de amarrar bien sus manos y piernas.


No sabían si ya llevan minutos u horas, deducían que no había amanecido por las luces aún prendidas casi sobre sus cabezas, pero tampoco sabían con certeza si estaban en un cuarto o un sótano. Angustia y más angustia las envolvía cada instante, el ardor en sus muñecas y tobillos se así más insoportable a cada segundo, sus concentraciones también se ubicaban en el respirar de forma correcta sin poder si quiera tratar de conciliar un sueño que al menos les quitara la angustia y pensar que todo era pesadilla.

A lo lejos podía escuchar murmullos, palabra entre cortadas de sus secuestradores debido al cansancio mental y físico de la situación, que apenas las dejaban tener un idea de lo que hablaban. Luego de un buen rato escucharon pasos que se dirigían, por la cercanía del sonido, a ellas.

Una de las chicas empezó a saltar con fuerza, como si estuviera desesperada, molesta, asustando y alertando al mismo tiempo a las otras dos.

—Tranquilízate, cariño, no sacas nada con hacerte daño forcejeando, no cambiará nada —sonrió con maldad el causante de todo aquello en el mismo tono que la ocasión anterior con la caja registradora.

La afectada era Payton Roberts, a la cual el tipo le estaba pasando la mano por los muslos con intenciones perversas.

Las quejas, palabras y el silencio de todo ese lugar se oyó, para las chicas, interrumpido, al igual como había ocurrido hace pocas horas en la cafetería. El sonido de un vidrio roto se hizo presente, palabras sueltas a lo lejos dando entender que tomasen las armas rápido. Disparos, disparos y más eco de esos disparos rezumbaban al punto de hacerlas algo habitual en ese instante, el miedo aumentó su presencia en sus cuerpos, al igual que parte de la adrenalina de escuchar todo estando a la deriva de un accidente que simplemente podría cortarles la vida.

Para suerte, o parte de ella todas botaron sus sillas frente al miedo cayendo de cara al piso algo lejanos a los trozos de vidrios. En la desesperación de no poder hacer más, simplemente se quedaron ahí reprimiendo sus gritos en las mordazas durante mucho tiempo hasta que de un minuto o segundo a otro pareciera todo haber cesado, no más disparos ni estallidos de vidrio, no más maldiciones provenientes de sus secuestradores, no más puertas ni muebles cayendo con brusquedad al piso.

Sólo silencio.

Los vidrios quebrados sonaban a los minutos siguientes debido a pisadas sobre ellos. Sin saber de quién podría tratarse ni poder distinguirlo, solo se mantuvieron quietas esperando que fuera un policía o un rescate, cualquier cosa que las sacara de ahí. Parecía ser una persona debido al sonido que emitía a cada paso, una vez cerca de los rehenes, la más cercana a su lado Greis Wright, se hincó poniendo sus dedos en el cuello.

—Tiene pulso, aparentemente tampoco sangra, al igual que las otras dos —susurró para si una voz masculina de un tono neutral pero también un deje de alivio al final de la frase.

Antes de que pudieran tratar de hablar notando por el sonido de sus voz que no eran los secuestradores, entró más gente las levantó sacándolas de las sillas y se las llevó. De un principio pataleando y tratando de gritar. Y es que eso era inaudito, pasar de un secuestro a otro era mucho en todos los sentidos.

Rápidamente en un automóvil, distinguido por el movimiento, ahora más tranquilas, les soltaron la venda de los ojos y la mordaza. La luz la cegó unos instantes pero al volverlos a abrir pudieron volver a la normalidad.

La piel se les congeló, tenían a tres tipos de nuevo, distintos a los anteriores apuntándolas con una pistola.

—Necesito que guarden silencio y no griten, las acabamos de rescatar de esos tipos —mencionó uno de los que parecía ser el menor del grupo con la misma voz de antes.

—Si viniste a rescatarnos ¿por qué demonios nos amenazas con una pistola, nos llevas en un auto y no nos liberas manos y piernas? —respondió con ironía y rabia la joven Redbird mirándolo a los ojos sin hacer notar su miedo.

El chico miró a sus compañeros y suspiró para devolver la mirada con sus ojos avellanados.

—Tendrán que pagar el rescate, no somos policías como podrán notar —mencionó serio—. Somos de la mafia —agregó sin dar mayor información.

“¡¿Qué?! ¡¿La mafia?!” pensaban las tres chicas inmovilizadas por completo. No lo entendían ¿Por qué las habían salvado? ¿quién –si es que así hubiera sido- se lo habría pedido? ¿pagarles? ¿cómo harían eso? Y si se reusaban ¿cuáles serían las consecuencias?

Al igual que antes sólo estaban seguras de una cosa, estarían juntas apoyándose hasta el final.


viernes, 21 de octubre de 2011

Un día en la vida de la extraña Greis Wright.

Era tarde, muy tarde. La posición del sol determinaba claramente que eran aproximadamente las 1.35 de la tarde y ella lo sabía. Para su suerte, esa mañana no tenía clases, ni talleres, mucho menos trabajo; era su día de descanso.

De la nada de forma estrepitosa despertó gracias a un fuerte sonido, era la puerta. Como era su costumbre en las mañanas, se levantó con la mayor pereza que podía denotar; sus cabellos castaños a leonados, sus ojos grises a medio abrir, su sexy piyama morado de tipo vestido de tirantes a medio caer por sus hombros, todo acompañado con varios, grandes y largos bostezos fueron las pintas con las que abrió dicha puerta.

—¿Si? —preguntó sin poder enfocar aún quien era el tocaba.

—Eh…si hubiera sabido que iba a despertarte paso más tarde —respondió la voz masculina tras la puerta.

—Ya lo hiciste, además es algo tarde. Dime —sonrió refregando su ojo pudiendo mirar esta vez al aludido.

—Quería preguntarte, mejor dicho ofrecerte… —comenzó para ser interrumpido abruptamente por un estruendoso sonido musical.

Los ojos de Greis se abrieron de golpe, conocía ese sonido, era el ringtone de su celular, uno personalizado. Torpemente cerró la puerta sin dejar pasar a su invitado y busco el celular por toda la casa para tomarlo finalmente, era sólo un mensaje.

“Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.

Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.”

Rió con estupidez, Payton, como siempre. Al menos esta vez recordó que la chica ese día se levantaría pasada la mañana a diferencia de otras.

Era tan olvidadiza, se encontraba tan agotada que había olvidado la junta con sus mejores amigas: Cheryl & Payton. Como les era habitual, hace ya un tiempo, se verían en Starbucks para tomar un café, al igual de como sucedió el día que se conocieron y se hicieron tan cercanas.

La pequeña, pero no por eso inmadura, Cheryl era la única que falta para que –luego de convencer a Payton- posiblemente pudiesen convivir las tres en un mismo apartamento o hasta una casa. Pero aún tenían que esperar que la chica de cabellos cobrizos a la luz terminara su último año para eso, ya que la madurez, decisión y todo lo que hiciera falta, la tenía mucho más que las otras dos amigas.

<< Oh, shit >> bufó recordando que había cerrado la puerta al chico, tomó el celular y volvió.

—Lo siento, lo siento, lo siento, fue un impulso e importante que contestara, lo siento —habló con desesperación abriendo la puerta y con notoria vergüenza.

—No importa. Será mejor que me vaya, perdón por molestarte —respondió el joven despidiéndose dejando a Greis confundida sin entender nada y con una sensación de culpa.

Lo hubiera detenido de no ser que se encontraba aún algo adormilada y con sus reflejos más lentos de lo normal.

Una vez sacando es tema de su mente decidió meterse a la ducha para relajarse y despertar.

Su casa no era pequeña, porque sí, era una casa, alejada de la ciudad, auspiciada por el dinero de sus padres y herencia de sus abuelos. De un solo piso, con 3 dormitorios, cocina americana, living comedor, una oficina y un jardín. Bastante grande para ella sola pero teniendo todo lo que quisiera a su disposición en caso de necesidad. No le gustaba abusar del dinero de sus padres, no le gustaban sus muestras de cariño materiales, pero hasta que no terminara sus estudios y pudiera encontrar un trabajo excelentemente pagado, no podría mantener esa casa tan hermosa ella sola.

Nadie podría pensar que alguien como ella, por su forma de ser, estuviera estudiando y perfeccionándose en informática cuando, notoriamente, su pasión era el arte en todas formas. Era cosa de solo darle una vuelta a su casa, llena de vinilos por las murallas, pinturas de autografía propia, murales pintados por dentro y por fuera, entre otras cosas.

Luego de salir de la ducha empezó a buscar en su closet algo que le acomodara. Finalmente por el calor de aquel inicio de verano, se decidió por un shorts de Jeans, deshilachados de fábrica, junto con una camiseta de mangas cortas de tono rojo sangre que decía “Read my lips” en negro con una tipografía irregular. Su cabello lo dejó estar quedando de forma armoniosa.

Miró la hora, 2.45. Tenía tiempo de sobra. Tomó sus audífonos, su celular, su compañera mochila con algunas cosas con las que siempre salía, descolgó sus llaves y atravesó la puerta en caminándose a su destino cantando armoniosamente al ritmo de su música.

Cada canción la hacía sentir cosas distintas pro todo su cuerpo, metiéndose en la letra, en la melodía, recordando miles de sucesos, situaciones del pasado tristes y felices. Meditando en sus actos, que pasaría si su vida diera más vueltas de la cada al cierre de cada etapa, con cada decisión, con cada persona nueva en mi vida. Ensimismada en sus pensamientos, sumada a su distracción por esencia. Al llegar, como siempre, unos minutos antes de la llegada de sus compañeras se sentó ordenando un Frapuccino JavaChip pequeño.

Mientras esperaba el café haciendo dibujos en la servilleta. No percibió que se encontraba en aquel mismo lugar una persona, una que la llevaba tras de ella hace unas cuadras. Alguien que realizaría nuevamente lo que pensaba en su camino y no sólo a ella.

—Frapuccino JavaChip para Greis —escuchó que llamaban retirando dicho líquido.

Estaba más amargo que de costumbre.

jueves, 20 de octubre de 2011

Un dia más de la vida de Payton

La luz del sol se comenzó a colar por entre las cortinas dándole de lleno en la cara a Payton, la cual comenzó a removerse en su pequeña cama hasta finalmente despertar por completo. La muchacha se había mudado hace unas cuantas semanas, tan solo unos meses después de su graduación, no había querido esperar más tiempo, por lo que tomo sus ahorros y arrendó un pequeño departamento en el cual a penas cabía ella, poseía un baño junto al dormitorio y la cocina que era al mismo tiempo comedor, un lugar sumamente pequeño, pero momentáneo, solo debía encontrar un trabajo estable para poder tener el dinero suficiente para mantenerse y poder pagar un lugar mejor. Su madre le daba algo de dinero aún, pero no se quería aprovechar pidiéndole que le pagara un lugar donde quedarse siendo que podía volver con ella, pero definitivamente la joven prefería la libertad que estar lejos de casa y de James le significaba.

Revisó la hora y para su suerte aún era temprano, tenía un trabajo temporal e intermitente al que debía asistir día por medio, no le pagaban demasiado pero era algo. Aquel día no le tocaba turno, así que simplemente tendría que hacer algo hasta que dieran las 16.00 hrs. Hora acordada para juntarse con sus fieles amigas: Cheryl y Greis. Como ya era tradición planeaban juntarse a tomar un café en aquel Starbucks al que siempre asistían, en el que se conocieron y el que siempre de alguna manera marcaba un antes y un después en sus problemas.

De pronto tal como una ampolleta encendida en medio de la oscuridad una idea llego de la nada, era temprano y no tenía nada que hacer, así que se vistió con su ropa de deporte, preparo su bolso y partió camino a su lugar de relajo, un pequeño gimnasio comunal, un pequeño espacio adaptado con colchonetas, espejos y uno que otro saco para golpear, no era más que eso a simple vista, pero para Payton era el lugar ideal para descargarse, un lugar de paz, tranquilidad y relajación, en especial en las mañanas que siempre se encontraba vacío entonces… entonces ese era su lugar, solo de ella. El lugar lo encontró hace unos años un día después de pelear con su madre cuando esta le presentó a James y decirle que lo de ellos iba en serio, desde entonces que ella va a ese lugar, asistió a clases de defensa personal y los últimos 8 años había estado aprendiendo lucha cuerpo a cuerpo, realmente nunca fue a competencias, ni tuvo que usarlas en el día a día, así que más que algo en lo que se especializaba era una forma de relajo, muchas mujeres usaban el Yoga para eso, mientras que Payton simplemente se preocupaba de la lucha. Poca gente sabía sobre este gusto que tenía Roberts, sus dos amigas eran unas de las pocas personas que sabían, y más bien eran las únicas con las que seguía manteniendo el contacto, ya que quien le enseñaba se había mudado hace un poco más de un año y no volvió a saber más nada sobre él.

Después de desquitarse con el pobre saco y lanzar uno que otro golpe loco al aire durante alrededor de una hora, decidió que era tiempo de una ducha y un cambió de ropa, “mucho de algo no es bueno” le dijo una vez su maestro.

En cuanto terminó reviso nuevamente la hora en su celular aún tenía tiempo a su favor, quizá Greis se encontrara igual que ella en ese momento debido a que también había salido ya de la secundaria, en cambio Cheryl… ella aún era una colegial, aunque no por mucho, ya que si sus cálculos eran correctos ella ya se encontraba cursando su último año.

En ese momento comenzó a presionar la pantalla de su teléfono móvil, escribiendo rápidamente un mensaje de texto para su amiga.

Hola Cariño ¿cómo amaneciste hoy? Espero que bien. Recuerda… hoy a las 16.00 donde siempre.
Te estaré esperando, no soporto más… cuanto extraño tus ojos… tus labios, ya quiero volver a sentir tu cuerpo… Te amo P.R.

Sabía que Greis detestaba que hiciera aquello, ya que normalmente amigos revisaban su celular, leían los mensajes y malentendían o simplemente le preguntaban quien era su nuevo novio… P.R. Tan misterioso. Incluso una vez su madre encontró uno de los dichosos mensajitos, por lo que la castaña debió acudir y explicarle que solo eran bromas de ella, que no se preocupara, con todo eso ella seguía haciéndolo y es que… le encanaba joderla.

Luego de comer algo rápido en su departamento salió al encuentro de sus amigas, pensó en llamar a Cheryl y ofrecerse a ir por ella al colegio, pero realmente no tenía ganas de pasar por aquel colegio, normalmente iba cuando hacía calor y quería que algún chico nos invitara un helado o algo. Ahora ya teníamos planes como para ir a flirtear con alguno de esos chicos.

De pronto comenzó a sentir una sensación extraña como si la estuvieran observando o como si alguien la siguiera… si tan solo supiera todo lo que le aguardaba quizás hubiera decidido cambiar de planes, aunque viéndolo de otro punto de vista… quizás todo esto desencadenaría algo bueno al final de cuentas, aunque es mejor no adelantar más y la misma muchacha descubra que es lo que viene en su futuro… Claro si es que le queda futuro después de esto.

Pero hay una buena noticia para la muchacha de los ojos pardo, afortunadamente para ella no estaría sola en todo esto… ya que también se verían involucradas sus amigas, aunque si lo piensas bien quizá no sean tan buenas noticias, pero dicen que todo es más fácil cuando estas con amigos o cuando tienes una compañía que te ayuda a sobrellevar aquellos momentos difíciles, ellas se tendrán unas a otras, esperemos que esto sea suficiente para que logren pasar victoriosas esta prueba… para puedan comenzar con esta nueva vida… y por sobre todo… esperemos que la puedan mantener.

Su café… está servido.